No sé por donde comenzar, tengo tantos pensamientos atropellados esperando ser plasmados que se me hace difícil pensar con claridad.
Tengo la piel de una mujer de treinta y tantos y los sueños de una de veinte y tantos...
Voy caminando con paso decidido y con una mirada que expresa seguridad, pero si te quedas viéndolos fijamente y eres capaz de desnudarlos, puedes darte cuenta que tengo miedo...
Mis expectativas se están desvaneciendo por tantas desilusiones... mis sueños están flaqueando y están siendo remplazados por la rutinaria vida de una mujer con una agenda que se debate entre llamadas y vuelos.
Mis miedos están invadiendo mis pensamientos coloridos, poniendo en peligro mis ganas de encontrar el hombre ideal que comparta mis risas, mis proyectos... el querer realizarme como mamá y esposa...
Se me está acabando el vino rose... y con el, la esperanza de compartir una tina con un hombre atrás que me abrase, me de besos en el cuello, consienta mi espalda y me susurre todas las guarradas que le gustaría hacerme una vez se duerman nuestros hijos.
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