Se llamaba Ángel, su madre siempre le gustó ese nombre.
Ángel era hijo único de Roberta y de Gonzalo. Gonzalo, el padre de Ángel, había muerto cuando él tenía 8 años de edad.
Ángel y su madre se mudaron un soleado 22 de Agosto a un barrio modesto de casas, ubicado al occidente de la ciudad. La cual, se había comprado con el seguro de vida que el padre había pagado sagradamente cada mes hasta el día de su deceso.
Ángel era un joven de pocas palabras, pocos amigos y pocos intereses. Pero un 15 de Febrero, día de su santo, su madre le regalo una cámara réflex marca Zenit, la cual, un mes antes había mandado a reparar donde un señor recomendado por una de sus compañeras de trabajo quien le había comentado que cobraba poco y empíricamente, era capaz de arreglar desde licuadoras hasta lavadoras.
Ángel no se entusiasmo mucho con el regalo de su madre, así que la dejó en la caja en la que venía empacada hasta tres meses después de su cumpleaños.
Un caluroso domingo de Mayo, Ángel se encontraba organizando su habitación cuando encontró aquella caja la cual ni recordaba.
Al abrirla, se desilusionó. Era aquella cámara vieja que su madre le había dado en su cumpleaños, pero esta vez, la miró con más detenimiento que la primera vez que la tuvo en sus manos.
Miró por el visor y automáticamente obturó el botón que estaba situado arriba al lado derecho y ese sonido que disparó, le gusto tanto que se aventuró a mover el lente prominente que salía del aparato, percatándose que de esta manera se acercaba más a los objetos que divisaba.
Volvió a obturar, salió a la sala mirando solo por el visor y volvió a oprimir el botón cuando vio a su gato acostado en el sofá.
Cuando la madre llegó del trabajo, encontró a su hijo en el jardín mirando por el visor del regalo que ella con tanto esmero le había mandado a arreglar y se emocionó al ver que su hijo por fin se interesaba en algo que no fuera programas de televisión.
Entraron a la casa y al son de un buen tinto bien cargado, la madre se dispuso a enseñarle lo poco o anda que sabía de cámaras, ella, le contó que su padre le había obsequiado aquella cámara cuando ella tenía 14 años y el día en que estaba empacando las cosas para mudarse a esta nueva casa, la encontró pero estaba dañada, le comentó a su hijo lo mucho q la disfrutó de joven pero que al pasar los años, la fue dejando de lado y nunca más la volvió a buscar.
Ángel no sabía cómo se debía poner el rollo a la cámara, por eso, la mamá le enseñó como hacerlo y al día siguiente resolvió ir a caminar por el vecindario con su nuevo juguete en la mochila.
El ruido de las bocinas de los carros lo aturdían y sin pensar cómo o porqué, sacó su cámara y tomó una foto.
Siguió su camino con destino al parque del barrio y se encontró con un bóxer ladrándole. Lo enfocó y disparó. Siguió el camino de piedra y césped encontrando un pequeño que lloraba porque su pelota se encontraba en la cima del árbol de mango.
Miró por el visor, el niño giró su rostro y él obturó.
Al sentarse cerca a un árbol de eucalipto, se relajó y Ángel sonrió. Le gustaba su cámara, la miraba con mucho detenimiento, observando las ralladuras en su carcasa, imaginó a su madre dejándola caer o sin querer, rallándola con un ladrillo.
Ángel se percató que el niño había parado de llorar y le gustó saber que él tenía para siempre inmóvil aquel ser que jamás volverá a ver llorando en una imagen.
Ángel cerró los ojos e imaginó que ya ninguno de los carros estaban quietos en aquella avenida, pitando sin saber por qué. Una sonrisa de nuevo se esbozó en su rostro, posiblemente, jamás volvería a toparse con aquellos carros, pero estaban para siempre plasmados gracias a él.
Ángel le pareció interesante saber que había capturado el momento pero no el ruido del llanto del niño o las 10 bocinas al tiempo sonando.
Desde ese momento, jamás dejó su Zenit en casa, desde ese instante, solo la dejaba para ir a bañarse.
La cuidaba como una mujer cuida sus joyas o un hombre su carro nuevo.
El día que se percató que había consumido las 30 fotos de su rollo, fue a mandarlo revelar pero el señor le dijo que si revelaba tres, le salía gratis uno. Así que Ángel decidió adquirir dos rollos más y esperar para llevar los tres a revelar.
Cuando estaba pagando, don Jeremías, el dueño y todero del lugar, se percató de la cámara del joven y comenzó a hablare al chico sobre la magia de la fotografía, lugares cercanos a la ciudad para tomar fotos y sobre las nuevas cámaras que salieron al mercado con mejoras en sus máquinas.
Hablaron por más de 15 minutos, después, el chico se fue a su casa a almorzar con su madre.
Ángel tomó fotos en su colegio y le gustó sentirse poderoso, le gustaba capturar personas, momentos y emociones.
Las niñas que antes ni sabían que existía, comenzaron a hablarle. No todos los días los estudiantes traían cámaras réflex al colegio. Se sintió aun más importante y hasta dejó que Rosita le tomará una foto. Le agradó tenerla tan cerca de él y aun mas, mírala sonreír gracias a él.
Después de usar los tres rollos, Ángel fue con don Jeremías, pagó los 5 pesos que costaba la revelada y ahora solo debía esperar tres días para poder tener su versión del mundo hecha papel.
El día antes de ir a recogerlas, Ángel no pudo conciliar el sueño con facilidad, estaba ansioso. Días antes había comenzado a leer sobre fotografía y tenía miedo que encontrara magia en sus en sus disparos ahora hechos papel.
Lo poco que sabía, se lo había enseñado su madre y el mes que había jugado a ser fotógrafo. Se acordó que el autor del libro afirmaba que la calidad del fotógrafo se mide cuando la obturación se convertía en papel.
Aquel esperado día Ángel salió sin bañarse, desayunó solo con un pan y se fue a pie a recoger sus fotos.
Don Jeremías le dio gusto volver a ver al joven, muy pocos jóvenes a su edad son receptivos al arte de la fotografía. Al cabo de dos minutos, el señor llegó con los tres sobres del muchacho.
Ángel recibió los sobres y al abrir el primero, se encontró con el retrato que le había tomado Rosita. Después, con las de sus compañeras de clase hablando muy animadamente en el descanso, el árbol que habita en el paradero de buses, los pájaros tomando agua de la fuente de la plaza principal, los viejos riéndose en una banca del parque, los enamorados haciendo fila para entrar a ver la Matiné, su madre cociendo a media luz escuchando la radio en la sala.
El muchacho no se percató que no era el único que hurgaba sus fotos, Don Jeremías detallaba detrás del mostrador cada una de las fotos tomadas por el chico y se alegraba. Desde el momento que lo vio con su cámara, supo que tenía ese ángel que se necesita para tomar buenas fotografías y estaba corroborando con las imágenes del chico.
- Muy bien jovencito! Tienes madera he! tienes madera..
- Le parece don Jeremías?
- Si chico! Mira, te voy a prestar este libro que compré ya hace varios años sobre fotografía. Era de un coreano que vino buscando batería para su cámara! Uff que fantasía esa cámara chico! Definitivamente estos asiáticos nos ganan en tecnología y nos mandan lo que ya no usan para nuestros pobres países jajajaja
- Gracias don Jeremías!! Sabe, le he tomado aprecio a esto de la fotografía.
- Se te nota! Y lo haces bien, estudia un poco más acerca de cómo se usa tu cámara para que le saques mas el jugo y verás como vuelvas!! Como un ángel – rio don Jeremías hasta ahogarse, sus pulmones empezaban a pasarle la cuenta de cobro por sus habanos -
La habitación del chico ahora era un hermoso collage de fotografías, sus nuevos amigos les encantaba ir a tomar onces a su casa porque siempre había una nueva imagen pegada en algún rincón de la habitación.
Su madre, había mandado a ampliar fotos de ella tomadas por su hijo y ahora las colgaba con orgullo en la sala y otras en su habitación.
Ángel siguió tomando fotos, siguió llevando su cámara a cualquier lugar y por eso, fue nombrado al llegar a sexto de bachillerato, fotógrafo oficial para el anuario Escolar. Lo que lo hizo más famoso y respetado por la mayoría de sus compañeros y gracias a eso, algunas de sus compañeras lo miraban con ojos de amor, pero él estaba muy ocupado matándose la cabeza para encontrando el ángulo de los jugadores de los equipos de deportes, de las porristas, de las maestros, de los niños jugando en el parque del colegio.
Al cabo de un año, don Jeremías lo empleó para que usara la nueva ampliadora que había mandado a traer de Corea.
Ángel amaba su trabajo, tenía que atender a los clientes, revelar las fotos y extasiarse con las imágenes que sacaban otros aficionados, madres, ejecutivos, jóvenes, enamorados y profesionales.
Pasaron seis meses y el universo lo despojó de su amada madre. Ángel creyó morir inmerso en su depresión, pero su trabajo, tomar la decisión de vender la casa e irse a vivir a un modesto apartamento y patrocinado por don Jeremías para culminar de estudiar en una Universidad Estatal la carrera de fotografía, aminoró el dolor de estar completamente solo.
Ángel se graduó con honores y ahora tiene publicaciones de sus fotografías no solo en los diarios de su ciudad, sino del país. Ya ha sido llamado por galerías especializadas en fotografía para programar exposiciones con temáticas de sus fotos.
Ángel a pesar de ser exitoso, es un hombre solitario, que goza con la presencia de su gran Danes, Nikita, la visita de su viejo amigo Jeremías, quien jamás deja de asistir los domingos en la tarde para jugar una partida de dominó al compás de Hector lavoe y un buen zabajón.
Algunas veces lleva alguna mujer a su cama, pero definitivamente su gran amor siempre será su profesión.
Escrito por los cielos, acompañada de un hermoso atardecer y una coca cola helada.
7 comentarios:
oooh que bonita historia !!
te felicito seeñorita escribes muy bien.. buen historia, bien descrita.
Gracias corazón! gracias por estar siempre ahí.. pendiente de mis trazos
te amo
HOLA COMADRE
La felicito pues veo que intenta usted encaminarse hacia buenas formas narrativas. Me gusta que se arriesgue usted con textos mas largos y elaborados. Esta publicacion le ha quedado muy interesante y se nota que hace usted un esfuerzo por pulir su estilo y yo la felicito y la animo a que continue usted por esa senda. No siendo mas me retiro, le deseo una feliz semana y con permiso.
STAROSTA
(UN PRODUCTO DE TU IMAGINACION)
Querido compadre!
yo no hago esfuerzos para pulir mis trazos, simplemente se manifiestan xD
ASI O MAS PERDIDO me sentí usada jajaj escribimos juntos y DE SA PA RE CIO!
besos friend!!
hola Vane, te felicito por este texto, excelente, por cierto y aprovecho para felicitarte por el libro hecho con Starosta. Lo sigo y lo disfruto.
un abrazo.
Muchas gracias Beatriz por tus palabras!! besos
Eres mejor cuentista que poeta. Lo siento, pero así es...
MUY buena historia, muy real.
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