jueves, octubre 14, 2010

REALIDADES IRREALES

Esa mañana Álvaro Zubieta se encontraba fumando su primer cigarrillo del día, mirando por la ventana de su habitación, sentado en el sofá  pensando en lo ocurrido la noche anterior.
Desde hace aproximadamente tres meses, el primer viernes de cada mes un grupo de amigos y él se iban en la noche a un bosque que quedaba a las afueras de la ciudad y allí se disponían a  comer hongos.
Esa noche fue igual a las tres anteriores, hacían una fogata, hervían los hongos en una olla que contenía agua y panela, cada uno tocaba el instrumento que hubiera llevado y después, alrededor de las 12 de la noche se tomaban esa mezcla. Más tarde… todos empezaban a actuar extraño,  y a decir incoherencias; después, a las 6 de la mañana cada uno se iban a su casa.

Álvaro sabia que sus amigos consumían hongos por diversión y no por lo cual él los consumía, por acercarse más a la  naturaleza y a su YO interno.

Por eso, aquella mañana decidió seguir su camino, ese camino que hace mucho tiempo había pensado seguir. Aceptar de ahora en adelante  como su realidad aquel mundo que le ofrecían los hongos.
Así, que decidió consumirlos cada vez que pudiera y concentrarse en anotar todo lo que escuchara, viera y sintiera bajo sus efectos.

Aquella mañana tomo el desayuno con su familia y escucho de el mismo discurso de siempre por parte de su madre:
-Hijo, estás acabado, ¿No estás comiendo en la universidad? No me digas que de nuevo estás fumando marihuana, ya conocemos esa historia Alvaro...
-No mamá... no te preocupes, he tenido que estudiar mucho y la verdad no me he alimentado bien.

Su padre solo se limitaba a mirar por la ventana del comedor mientras acababa de desayunar, para él, Álvaro solo era un muchacho que le faltó disciplina en el colegio y creía que la universidad  lo iba a enderezar.

Después de haber desayunado, Álvaro se dirigió a su habitación, sacó un baúl del armario, tomo tres hongos, una libreta con un esfero y los metió en su mochila. Se despidió de su familia y se fue al bosque en el que estuvo la noche anterior con sus amigos.

Allí, se comió los hongos, pero está vez sin “aderezos”, solo el hongo y él. 

Empezó por anotar que el efecto del hongo era mayor si no se combinaba con la panela y el agua.
Escribió también que el color de los objetos cambiaba, todo se volvía de un tono morado con negro, menos la naturaleza; ésta seguían con su color natural.
Anotó también, que los sonidos se escuchaban mucho más fuertes y más agudos.
Así,  Álvaro pasó semanas enteras bajo los efectos de los hongos, con su libreta a la mano y su esfero para anotar lo que percibía en su nueva realidad.

Un martes después de clases, Mariana, su novia, le pidió que le explicara que era lo que estaba pasando con él, ya que notó que estaba completamente cambiado, ido y solo lo veía que escribía en una libreta. Él le dijo que le explicaría todo pero era mejor irse de ahí.

Después de ordenar cada uno un capuchino con amareto, Álvaro le pidió que leyera algunas de sus anotaciones, Mariana así lo hiz, levantó su mirada y le dijo:
-¿A caso te has vuelto loco? Yo acepto que nos comamos algunos hongos una noche al mes, pero que te metas de lleno en ese mundo y a parte creas que puedes llegar a convertir toda tu realidad basándote en los efectos de una droga ¡Es imposible!
-Mariana ¡por favor! ¿No te has cansada de abrir la misma puerta que todo el mundo abre?, los hongos son la puerta a otra realidad, a otro mundo, a un mundo donde lo que prima es la naturaleza y tu YO interno.

-Por favor Álvaro te estás enloqueciendo, hasta has escrito acerca de un árbol que te habla y te da consejos… si sigues a sí, te vas a volver loco.

-¡Por lo visto tú no aceptas que no esté de acuerdo con las leyes que rigen esta realidad y quiera cambiarlas creando mis propias reglas en mi propio mundo!!

Mariana  decidió no seguir discutiendo, porque sabía que sus palabras no importaban y que Álvaro solo quería escucharla decir que lo apoyaba en su locura de vivir en una realidad dual.

Ella sabía muy bien cuales eran los efectos de los hongos y también que la idea de Álvaro no terminaría en nada bueno.

La discusión con su novia no lo hizo desistir y siguió con su propósito. Ya no estudiaba, ya no cenaba con su familia, ya no salía a tomar con sus amigos, solo se concentraba en crear su mundo y plasmarlo en su libreta.

Cuando  Álvaro no estaba bajo los efectos de los hongos, se sentía desprotegido, vivía con miedo y rogaba para encontrar un sitio a solas para poder así regresar a su mundo en el cual todo era serenidad, una mezcla de colores morado, negro y verde. Naturaleza amiga, único ser vivo amigable que le transmitía seguridad y conocimiento.
En su mundo siembre había música creada gracias a los sonidos  de los carros, las copas de los árboles moviéndose, las pisadas de la gente, los ladridos de los perros y su esfero cuando escribía. Todo esto se mezclaba creando una extraña musicalización que él siempre escuchaba y lo relajaba.

Así Álvaro pasó dos meses, encerrado en sí mismo, tratando de crear un mundo que para el resto de la sociedad con la que él convivía era algo utópico.

Mariana amaba a Álvaro y decidió hablar de nuevo con él, pero fue en vano. Según él ,ya había creado su mundo y el siguiente paso era comer la cantidad necesaria para jamás salir de su nueva realidad.
Ella trató de detenerlo pero Álvaro solo se limitó a decirle:
-Así que ya sabes cual es el tiquete de entrada a mi realidad, igual, no te preocupes, me verás deambular por ahí, pero mi mente estará en otro lugar.

Ella sabía que ahora era una guerra contra el tiempo, Álvaro no sabía con exactitud cuando sería el día que comería tantos hongos como pudiera. Así que ella decidió hablar lo más pronto posible con sus padres, Álvaro ya había llegado demasiado lejos.

Él decidió que la noche del miércoles sería el día que dejaría definitivamente ese mundo en el cual había vivido durante 20 años.
-Mi cuerpo seguirá en este mundo… pero mi mente, mi yo interior estará en mi realidad.
Ahí estaba él, con su baúl, esperando que fueran las 6 de la tarde para poder empezar con su ritual.

Mariana tardo mucho tiempo en convencer a los padres de Álvaro  '' Su hijo estaba a punto de matarse o de volverse loco''. Para ellos era imposible creer que Álvaro era adicto a los hongos, ellos  habían creído que se la pasaba con una libreta porque estaba haciendo una investigación de campo para un trabajo de la universidad, además lo veían con libros.

Mariana y los padres de Álvaro llegaron a las 8 de la noche al bosque, encontrando a Álvaro completamente aturdido recostado en un árbol y con la mirada fija al piso.
De inmediato lo llevaron a un hospital donde fue desintoxicado y trasladado a una clínica de reposo donde es visitado habitualmente por su familia y Mariana.

Álvaro logró su objetivo, creó un mundo y ahora está en el para siempre.    

ILUSTRACIÓN 
Cortesía '' El extraNio'' mi Argentino adorado



Inspirado en irrealidades tocadas en el 2005

3 comentarios:

Sergio dijo...

colombianaaa!! si no recuerdo mal, esto no lo escribiste cuando estabamos en el fenix? que lo ibas escribiendo como en partes... creo que habia leido pero el foro se cerro antes de poder leer el final! muy bueno la verdad, gracias por usar mi imagen :) despues haceme acordar y te envio la cancion que me motivo para hacer ese dibujo!

Vanessa Prada dijo...

wow si?? ya sabes mi memoria de pollo jajaja pues este escrito lo hice para un proyecto de la universidad y gracias a el, entré al comité de lenguage de ese entonces!
si.. depronto fue por esas fechas!! lo encontré ayer en mi pc y decidí arreglaro y subirlo!cuando vi tu imagen!! uff era Álvaro ....

besos!

quedo perfecta la imagen con el relato! pasame la canción!!!

besos colombianos con sabor a cafe! para un fernet como vos!!!

Mus araña dijo...

¡¡Me gusto mucho!! porque a veces he querido (y diria que sigo queriendo) ser Alvaro: la naturaleza y mi yo interior...quizás termine loca, quizás no, lo único que sé que a veces es necesario comer esos "hongos". Cuidate!

 Brindo por cada una de las personas que pasaron por mi vida y que ahora son recuerdos... Brindo por las carcajadas, por las charlas, por lo...