Siempre soy la que alienta a tirarse en caída libre y amar sin restricciones pero debo confesar que detrás de mi sonrisa picara y mi mirada segura, se esconde el miedo a que me lastimen de nuevo.
Somos la acumulación de batallas ganadas y perdidas, de eso no me cabe la menor duda. Todos los días tenemos que lidiar con nuestros ángeles y demonios. Algunas veces nos aconsejan mal y otras, nos aconsejan bien.
Siempre estamos en una lucha constante entre dejar el pasado atrás, aprender de nuestros errores para poder construir nuestro presente.. pero el problema surge cuando las inseguridades empiezan a crecer de nuevo... andan por ahí, silenciosas, jugando a alimentarse de nuestros miedos sin que nos percatemos para que PUM. En el momento menos indicado aparezcan, y son las culpables de las peleas de pareja más tontas que podemos llegar a tener.
Todos los días lucho para ser mejor profesional, hija y compañera de vida. La tercera no es tarea fácil porque son sus miedos, sus demonios y sus ángeles tratando de sobrellevar a los míos.
Pero algo tengo claro. La vida no es un deporte de mirones y no soy de las mujeres que por miedo deja pasar oportunidades. Es por esto que acá estoy. Creciendo cada día y sobrellevando lo que debo hacer.
Eso sí, esas peleas de cama entre sus demonios y los míos... son para alquilar balcón.